Cuentan las leyendas que las temibles aguas de la Costa de La Muerte sepultaron en la antigüedad míticas ciudades, y cuentan las noticias, esta vez demostradas, que muchos barcos se han hundido en ellas.
Leyendas de ciudades sepultadas, supersticiones, santos y meigas que curan el "meigallo" (mal de ojo) o piedras que son "milagreiras"... El recorrido, que va desde A Coruña o desde la Ría de Noia y Muros hasta Finisterre, está jalonado de iglesias, naturaleza salvaje y aguas bravas. (http://www.costadelamuerte.com)
Cuando aquella mañana subimos a la Drag en Santiago, ya sentía una emoción especial, nos acompañaba Óscar con su Wild Star, porque Galicia hay que verla y sentirla con un gallego de verdad al lado. Los más de mil kilómetros recorridos hasta allí habían quedado atrás, el calor y la monotonía de cruzar Castilla en diagonal desde Castellón ya no importaban ni pesaban en absoluto, para mí era cubrir una etapa, llegar al final de algo. A principio de los noventa, soñé muchas veces en ir con mi Virago hasta el final del oeste, a donde ya no podía ir más allá, al fin de la tierra que pisaba; pero nunca se dieron las circunstancias ni la posibilidad, pero ahora estaba allí, a poco más de dos horas de carretera y con un itinerario mágico por la AC-550, Esteiro, la ría de Muros, el monte Louro, Lira, Carnota, Ézaro, Cee, Sardiñeiro, Corcubión, y al final Fisterra, a la que los romanos nombraron como Finis Terrae, ellos habían seguido al pueblo Celta, un pueblo que cruzó toda Europa durante siglos hasta encontrar el límite desde el cual contemplar en el ocaso su paraiso, su cielo, su más allá.
El día era perfecto, aquí es una bendición del Santo disfrutar de sol, cielo y mar azul y una temperatura perfecta, la carretera una delicia, serpenteando entre las playas, acantilados, cruzando pueblos y aldeas sin prisa, sin querer perder detalle de todo lo que te rodea y te sorprende detrás de cada curva, del olor a mar y a bosque, la esencia de esta tierra.
Repostamos en Muros, y nos desviamos por las aldeas cercanas, dejamos las motos y caminamos por las callejas, entre los hórreos de granito, las pequeñas parcelas con las hortalizas y el maiz, y pudimos hablar con las gentes de esa “Galicia profunda” que pudimos percibir en su verdadera dimensión, la humilde y tradicional, la mágica … Lo dicho, Galicia hay que verla con un gallego.
La siguiente parada en Carnota, para ver el hórreo mayor de Galicia, con sus veintidós pares de patas. Montamos de nuevo y
hasta Ézaro, con la increíble desembocadura del río Xallas en cascada
bañando las faldas del Monte Pindo, el olimpo celta, lugar de leyendas
(una vez más, ¡cómo no! …Galicia se levanta sobre leyendas y granito); desde allí subimos por una cuesta vertiginosa al
mirador, desde donde se contempla toda la ría y gran parte de la costa
Da Morte, casi se corta la respiración por el panorama, con la península
de Fisterra cerrando el escenario por el N.O.
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Mirador en Ézaro |
Ya había perdido la noción del tiempo, las emociones se agolpaban, hicimos un alto en O Sardiñeiro, nada mejor que unos longueirones, mariscos y una caldereta de merluza a la cazuela en O Merendeiro, lugar precioso que recomiendo junto a la playa, cocina espectacular y buen Albariño, pegadito a la arena, un lugar perfecto para relajarse, pero había que seguir, … el último tramo del Camino pasa por su puerta.
Unas curvas más, y tras cruzar el pueblo de Fisterra, llegamos donde acaban todos los caminos, el fin del mundo. Aparcamos frente al faro, y recorrimos los últimos metros hasta asomarnos al mar entre rocas, toxos y mimosas, y los restos chamuscados de las botas de los peregrinos, haciendo comentarios pero guardando los silencios necesarios que impone un lugar tan especial, (allí nadie hizo ruido ni dió voces), y la contemplación sosegada de un horizonte azul infinito, porque lo que hoy sabemos que existe más allá es otro mundo, ignorado y misterioso durante siglos, no hay mejor sitio para finalizar algo que esos acantilados de granito, ni mejor momento que el que nos tocó, la puesta de sol, el lugar perfecto para encontrar su final a cualquier cosa … y comenzar algo nuevo y esperanzador.
Espero poder retener por mucho tiempo, la paz, la reflexión y el equilibrio que aquel extremo del mundo me contagió.
(a Argentina y Óscar)
Quizá ese nombre tan simbólico, esas creencias en las ánimas errantes, tengan su origen en ese punto final del Camino. Son muchos siglos de peregrinaje, tantos que ya nadie recuerda cuándo comenzó todo, fue mucho antes de la cristianización de nuestra tierra, antes de que nadie bautizara con el nombre de Santiago al Camino.
Cuentan que hasta el extremo de nuestros cabos llegaban exhaustos cada año hombres del norte, venían caminando desde sus tierras frías, buscando una muerte simbólica que les condujera hacia otra nueva vida, venían a morir al occidente, al lugar donde muere cada atardecer la luz.
En un rito hermético arrojaban al mar todo cuanto portaban de valor, despojándose de todo aquello que les encadenara a su vida anterior, para comparecer pobres y desnudos al ritual de iniciación de su nueva existencia. (http://www.xente.mundo-r.com/fillosdebreogan/leyendasgallegas35.htm)
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Desde la carretera: anochece, vuelta al "resto del mundo" |