domingo, 6 de marzo de 2011

Toño - Algunos días son de piedra

Some Days are Diamonds (Some days are Stone) - Toño

Algunos días que estás cansado de estar solo
algunos corazones son diamantes
...y algunos corazones son de piedra.

Ilusiones de amor
que vienen y encuentras.
Confía en tu corazón
tal vez su amor crecerá,
lágrimas silenciosas llenas de orgullo

No puedes correr y esconderte.
Tu necesitas amor como yo.

 Solo se me ocurre hablar de Toño comparándolo con una historia de amor, porque conozco muy pocos con un amor tan grande a algo o a álguien, se enamoró de la moto como un flechazo fulminante y certero, todo fue un torrente incontenible para él desde el día en que decidió comprarse una moto, y como dice la canción de Cris Norman, cantada magistralmente por John Denver, tuvo con su amor muchos días de diamante, y alguno de auténtica roca, siempre esperaba que su amor le correspondiera, y las motos se lo llevaron en un torbellino de sensaciones constantes que le impedían saborear los buenos momentos lo suficiente para saciarle e impedir plantearse nuevas metas y mayores en su mente y su corazón apenas rodaba para volver a casa. Su amante le correspondió de una forma total, pero con demasiada fueza, acaparando todo, ... absolutamente todo.

Llevé a mi chica como muchos sábados al trabajo, pero aquella mañana junto a la acera había una flamante Harley Davidson Softail, bajé del coche y le hice una inspección total desde todos los ángulos, una motocicleta permite que la admires sin ser irrespetuoso con ella, al contrario, su propietario se verá complacido por ello. Aquel día de octubre, en casa, hablamos de un hombre que había entrado en la tienda y le había preguntado por mí, quería conocerme personalmente; según decía conocía a mi hermana, se había comprado una moto y quería conocer a álguien supuestamente más experto para "romper la mano" y le habían hablado de mí y de mi Virago; até cabos inmediatamente, marqué el número de teléfono que le había dado y al día siguiente Toño me seguía con su Softail por las carreteras de la sierra, apenas habíamos hablado por la mañana...
-Hola, soy Toño...
-Ya, yo Javi, ¿has repostado?... ¿vamos ...?
-Oye ¿a dónde?
Sonreí y le dije:
-¿No querías rodar? Fíate de mí. ¿Me sigues detrás?
Sonrió, se bajó la visera ... y me siguió. Minutos más tarde pensé que me había portado como un auténtico maleducado, mientras bajaba una marcha observando por los retrovisores como luchaba para entrar en las curvas con la Softail totalmente recta y virgen de kilómetros.
 El almuerzo fue el momento de las presentaciones más detalladas y donde empezamos a conocernos más en profundidad, tener amig@s comunes y conocer él a casi toda mi familia facilitaba las cosas. Vivimos situaciones similares durante meses, en las que siempre le recomendaba prudencia, porque veía que iba lanzado a todo aquello que iba descubriendo día a día acelerando cada vez más, acumulando experiencias moteras y habilidad con su moto, ya me reprochaba mi lentitud con mi 535 centímetros cúbicos ante su buen conducir ... y los 1400 c.c. de su Softail; en muy poco tiempo me quedé sin nada que enseñarle, mi mundo, mis rutas, mis bares de carretera, se le quedaban pequeños, apenas transcurrió tiempo para verlo con su parche del Harley Davison Club de Castellón, y de los relatos de sus contínuas aventuras en concentraciones, fiestas, viajes, y rutas cada vez más exigentes y prestigiosas, Pingüinos, Elefantes, Faro, Inglaterra ... no había matinal, ruta o desafío que llegara a sus oídos que no experimentara con su Harley cada vez mejor equipada y completa.
 Pero a pesar de todo, siempre tenía tiempo para llamarme, y mantener nuestra amistad viva. Tengo que reconocer que comencé a rodar más a menudo desde que apareció en mi vida, y con excelentes viajes y momentos; con él pasé el mayor frío en moto que jamás he experimentado, yendo a Pingüinos en el 25 aniversario, fue uno de los mejores viajes, inolvidable sin duda, y con una plenitud que vivía contagiado por su enorme ilusión; juntos llegamos a saborear lo mejor y lo peor que el mundillo de las motos puede dar. Reímos juntos, rodamos juntos y juntos derramamos lágrimas. 
Jamás me atreveré a juzgarle, pero nunca pude seguir su ritmo, mi amor a las motos nunca fue tan grande, ni mi atrevimiento, mi espíritu de aventura no consigue alejarme de mi mundo ajeno a las motos; pero para él, la moto era su vida, era todo, trabajaba para no dejar escapar la más mínima oportunidad de rodar, entre semana iba al road-house, el viernes preparaba ya el petate. Y tengo muchas deudas con él, me llevó a conocer a muchos de los que en los últimos años he llamado amig@s y se han convertido en herman@s de ruta, de tiempo libre y de amistad fértil y sincera. Nunca pude darle más de lo que él me dió, consciente quizá, de mi menor capacidad para enamorarme y saltar al vacío, porque hay opciones en la vida que uno puede asumir o no, pero no sería justo criticar, cada cual echa a andar en la vida por el camino que quiere y puede.

 Espero que el tiempo me permita llevarte una antorcha este invierno en tierras de Castilla, tal y como la llevamos en Boecillo juntos por otro amigo común, ya no volviste a Valladolid, ... estaba demasiado cerca para tí, mientras yo seguía sintiéndote junto a mí, en la carretera y junto a las hogueras. Siempre tendré un pensamiento para el amigo que vendió su alma a las motos, el que ayudó a convencerme para comprarme una Drag Star, opinaba que era mi moto, que yo no era para una Harley Davidson, me conocía y acertaba, y sabía que podía ser mi pasaporte (como lo es) a nuevos horizontes asequibles a mi ritmo y pretensiones, y que él había ya dejado atrás.
...Algunos días son diamantes ...