martes, 11 de octubre de 2011

Espérame en Otoño ...


  Cada estación del año tiene sus seguidores, la primavera "la sangre altera"; el verano arrasa, nos trae vacaciones, la extra, buen tiempo, sin duda es la más esperada; incluso el invierno resulta encantador y atractivo para muchos con sus nevadas, su solsticio, la familiaridad en torno al hogar y el frío regenerador. Pero ... ¿y el otoño?, ¿por qué aparece siempre como la cenicienta de las estaciones?, y es que en general lo identificamos con el viento, la caída de la hoja, las lluvias, los primeros fríos (los que más se sufren), las primeras gripes, ... la vuelta al quehacer diario y monótono, es cuando l@s niñ@s sacan sus juguetes, y los trajes de baño de la mochila y ordenan allí libros cuadernos y lapiceros, las madres y padres buscan los impermeables, las botas de agua, la ropa de abrigo; mis amigos los pájaros comienzan su viaje anual, y percibimos como se alargan las noches a la vez que se acortan los días; y la salud débil corre serios peligros (...la caída de la hoja).
 Sí, es cierto, todo parece girar hacia lo negativo, lo oscuro, lo triste, lo inevitable. Pero como en el mundo debe existir la excepción para cumplir la regla, hay personas a las que nos gusta el otoño por encima de las demás estaciones, aunque sin renunciar a lo que aportan las demás, pues todas son necesarias y complementarias, ningún árbol renacerá sin despojarse de su viejo y caduco vestido, porque no habrá primavera sin la penitencia otoñal. Hay muchos aspectos que, en general, olvidamos del otoño y a mí personalmente me han encantado siempre. En mi niñez buscaba por los parques de mi ciudad aquellos montones de hojas para lanzarme sobre ellos, como un mullido colchón en el que podía desaparecer a los ojos de los demás y espiarles sin problemas; la temperatura invita a cubrir nuestro cuerpo, pero es fácil combatirla con poco esfuerzo, y se olvidan los rigores del calor contra el que hay pocos recursos; en mi tierra mediterránea la explosión de rojos, pardos, dorados, anaranjados es espectacular; ¿y qué decir de los atardeceres?, un espectáculo de lo más increíble .
                           Octubre del 2008, atardecer en el pantano del Regajo (Río Palancia)

  Y en lo que toca a la motocicleta, posiblemente sea la estación ideal, hay que cubrirse ya, pero no son necesarias grandes precauciones contra el frío, las carreteras aún no tienen hielos, los motores y neumáticos encuentran la temperatura ideal, ni demasiado frío ni calor, todo está en su sitio. En verano los grupos moteros se desintegran, las vacaciones nos llevan más hacia lo familiar o lo personal, pero en otoño vuelven las quedadas, ya no utilizamos la moto para irnos de vacaciones, quedamos para salir en moto y disfrutar de ella, ya no es una escusa, utilizarla es un objetivo. Y tenemos en estos días una de las estampas más plásticas y hermosas que puedan verse, la de levantar al paso de nuestras motos una nube de hojas secas en una curva de carretera de montaña, todo un espectáculo, es el otoño que te espera y te envuelve.

                         Octubre del 2008, atardecer en el pantano del Regajo (Río Palancia)

 Hay un color especial, leí hace tiempo que Clint Eastwood, Anthony Mann, Sidney Pollach y grandes cineastas rodaban los exteriores de sus películas en otoño por su luz más tenue y oblícua. Jeremias Johnson subió a las Rocosas en otoño y así comenzó el viaje interminable hacia su interior.  Personalmente tengo siempre en septiembre la sensación de que todo vuelve a comenzar, para mí, mi año natural comienza en otoño, influye mi profesión lo sé, pero no puedo luchar, ya es algo fisiológico en mí, nací en un instituto de enseñanzas medias (Francisco Ribalta de Castellón), mi niñez transcurrió en colegios, y mi adolescencia en internados, mi juventud fue universitaria, y cuando me integré en el mundo profesional ... de nuevo a empezar el año con el otoño, toda una vida cerrando el círculo en julio y volviéndolo a abrir en septiembre tras el el paréntesis del verano, que para mí es solo eso, un paréntesis para tomar carrerilla. En el inconsciente colectivo el otoño es la época de recolección y la de la siembra, del final y del principio de un nuevo periplo natural, y todos tenemos antepasados agricultores y ganaderos, está en nuestra genética.
 Tampoco necesito excusas para justificarme, me gusta el otoño porque sí, como me gustan las motos, el color rojo, los arroces, las mujeres de ojos azules, puedo encontrar montones de razones para ello, pero en el fondo, es algo emocional y de difícil explicación, muchas veces las cosas más difíciles de entender y explicar son las más sencillas e inmediatas a la hora de sentir, de emocionarse.

   Espérame en otoño ..., yo os espero a todos y todas allí, en los atardeceres, en el viento, en el paso de las aves, en esas hojas secas que levantan nuestras ruedas, en el lento desandar de la luz del día, en la paz de las noches que se alargan, en el sosiego que da saber que siempre podemos volver a empezar ...